viernes, 1 de febrero de 2008

Un beso de piedra

Recuerdo una anécdota que me sucedió el año pasado, cuando fui a ver una exposición de un escultor que admiro profundamente Rodin. Para mi es el escultor de la pasión, obras como: El pensador, El Beso, El grito, La Catedral y Balzac sólo podían ser creadas por un hombre de una pasión y temperamento extraordinario, lo cual explica su apasionado romance con Camille Claudel, y la creación de sus mejores obras durante este romance. A mi gusto casi la mejor obra es la de Balzac, todo la fuerza de la escultura se concentra en la cabeza, te atrae la mirada a ese punto de forma irresistible.Yo siempre cojo un Audio-guia de las exposiciones, así que iba por las sala con ella pegada a la oreja, y me dio por sacar alguna foto con el móvil (ya se que no se puede, pero la tentación fue mayor, así que quise hacer una foto de El Beso, no tanto por la sensualidad que expresa, si no porque todo lo que transmite esta escultura, yo lo he sentido, lo he deseado, en otro beso, ya lejano en el tiempo, pero no en mi mente … bueno que me voy por las ramas. Cuando fui a fotografiarla, noto unos golpecitos en el hombro me giro y veo una mastodonte en uniforme que con una sonrisa insinuante me indica que no con la cabeza, esta claro que me ha confundido con un turista, así rápidamente le sonrió (lo más cándidamente que puedo) y en francés le digo si le puedo hacer una foto. A ella, se le ve encantada y asiente pero me dice que discretamente, así que la coloco al lado de la estatua y hago dos fotos una a ella para disimular y enseñársela y otra a la estatua claro que es la que podéis ver aquí, espero sea de vuestro agrado.Personalmente creo que si hay que ser de piedra para que esta escultura no te conmueva