jueves, 1 de octubre de 2009

Achömitz

Me pusieron un plato y encima de el una jagdwurst (salchicha austriaca del cazador) de tamaño familiar y un trozo de queso que no tenia nada que envidiar a las ruedas de gruyere suizas. Sonreía tímidamente agradeciendo el cumplido, mientras pensaba cuantas megacalorías debería contener ese vagón de metro, me plantaron enfrente mi tercera botella de cerveza, evidentemente porporcional a la jagdwurst o sea de 500 cl, según dijerón para ayudarme a digerir el almuerzo. Me consolé pensando que habíamos madrugado para la cacería y necesitaba alimentarme, aunque viendo que eran sólo las 11 de la mañana mi consuelo duro poco. Se me acerco otro cazador sonriendo y después de darme un golpecito en la espalda de aquellos que hacían saltar una dentadura postiza, brindo conmigo, vaciando de un trago media botella, yo me preguntaba como lo habría conseguido porque era evidente que si no realizaba la misma proeza se sentiría ofendido, así que hice lo que pude sin tirarme demasiada cerveza por encima. La verdad es que desde que llegué a Austria invitado a esta cacería por una familia amiga de la mía, no había parado de recibir atenciones y recordando la frialdad de los vieneses en un viaje anterior, en esta ocasión me tenían aclaparado, claro que esto era Achömitz un pueblecito encantador tocando a la frontera con Italia y Eslovenia. El grupo de caza estaba muy satisfecho, los españoles (me había traído un par de amigos) habían traído la suerte y era la mejor cacería de los últimos años, yo para variar había tenido que mirar para otro lado y no tener que verme obligado a disparar a un ciervo, en una clara contradicción de mi carácter, que disfrutaba de estos ambientes, pero no del acto propio de la caza. Como decia, estaba pensando por que extremo debía empezar a devorar la mega salchicha cuando vi llegar otro cazador con la misma intención que el anterior, este era precavido y se traía dos nuevas cervezas por si acaso hubiese acabado con la que tenia desde hacia 5 minutos, y aprovecho el nuevo brindis para ponerme su sombrero tiroles y fotografiarse a mi lado como mi mejor amigo. Volví a sentarme para poder concentrarme en mi salchicha, cuando oí una especie de chirrido que fue subiendo de tono, hasta que lo pude identificar como una nota emitida a "cápela" pronto se le unieron otras y se formo un coro, después de unos carraspeos conseguírón una armonía bastante notable y dando en conjunto un resultado espectacular, yo estaba realmente asombrado de la buena voz de esta gente. El resto del almuerzo transcurrió entre brindis, cantos y abrazos, hacia las dos de a tarde empezamos a recoger y pensé que volvíamos al pueblo. Que poco conocía a mis nuevos amigos ! Simplemente nos trasladamos a una cabaña en medio del bosque para seguir bebiendo y cantando, si alguien os dice que los austriacos son fríos no os los creáis en mi vida me habían abrazado en tantas ocasiones, yo seguí las costumbre para evitar desentonar pero para evitar esto último precisamente no me uni a los coros. Creo que aguante dignamente hasta las 6h de la tarde cuando debía sujetar mi décima o doceava cerveza porque a estas alturas ya las contaba por pares, sus cantos por cierto a partir de esa hora empezaron a degenerar con ciertas notas discordantes. A eso de la 8h ya lo veía todo un poco borroso y no tengo claro que sujetaba, me parece que era la mano de alguien, sospecho que era la de la mujer de alguno de ellos, pero bien podría haber sido una mano masculina de todas formas gracias a dios no paso de ahí (creo?) hacia las 10h por fin recogimos y nos fuimos ... hacia el pub del pueblo, en este cambio perdimos (como minímo) a dos miembros del grupo que se internaron temerariamente en el bosque al dejar la cabaña mientras cantaban e intentaban bailar por encima de unos árboles caídos. No puedo contar mucho más, a partir del Pub, ya no recuerdo nada, cosa que por lo que me contaron de mi comportamiento al día siguiente fue de agradecer, para no morirme de vergüenza, mi único consuelo es que poca gente recordaba claramente nada de esa noche. De todas formas este relato es mi último brindis, que dedico a toda esa gente, a los que sólo puedo recordar con mucho cariño y afecto por hacerme sentir como en familia.


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